—Las cosas en la vida no son negras, ni
blancas: son grises —me dijo en un tono pausado con la firme intención de ser
convincente. Sin darme cuenta, ni siquiera tener tiempo a pensarlo, le
contesté: —Todo es gris hasta que damos un paso, hasta
que tomamos una decisión. Y es entonces que la vida, o más bien las cosas en la
vida, adoptan un color. Él me miraba como si
esperara de mí una aclaración, o más bien como mira un niño cuando se le ha
empezado a contar una historia nueva. —¿Un color? —dijo. Y yo vi
en sus ojos y escuché en el tono de su voz que había suspendido, por unos
instantes al menos, su desconfianza. Creí ver cierto crédito abierto. Entonces,
seguí. —Supongamos, por un
momento aunque sea, que tomamos una decisión de amor. Las cosas de la vida que
eran grises se tiñen. Si de un enamoramiento se trata, se teñirá de rosa; o de
rojo si es una pasión fuerte e incontrolable. ”Cada uno de esos pasos
tiene un poder de transformación, que no es otra cosa que un poder mágico. La
magia consiste en teñir todas las cosas y las personas de su color propio. Pero
no del mismo color, sino que se teñirán en una gama de ese color. Podemos decir
entonces: nada es rosa pálido, ni rosa fuerte, las cosas en la vida son color
de rosa normales, intermedias. ”La vida sigue así,
entonces, hasta que tomamos otra decisión, otro paso que trasciende a la vida
pareja que se había anclado en el medio rosa. Será rojo si está relacionado con
la pasión; o azul con un sueño; o amarillo con el olvido, el alejamiento o el
corte; negro con la muerte; blanco con el nacimiento. Y así es como vivimos:
entrando a distintas tonalidades según se trate.” —Y qué decís, entonces,
sobre los hombres grises. —He pensado mucho en los
hombres grises. Qué pasa con ellos. ¿Es que nunca han tomado una decisión que trascendiera
a su rutina? ¿Siempre estuvieron entre el blanco del nacimiento y el negro de
la muerte? ¿Eso ha sido todo? ¿Y de dónde..., o por qué, vos...? —En la provincia de donde
vengo el cambio de clima es constante: lluvia, sol, calor, frío. Lluvia y sol
provocan ese fenómeno atmosférico: el arco iris. Siempre he creído que se trata
de un símbolo que debemos aprender a descifrar.
sábado, 8 de marzo de 2008
Las cosas en la vida
Publicado por Alba Vera Figueroa en 0:09
Etiquetas: Color, Conversaciones, Relato
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2 comentarios:
Felicitaciones Lita,por tu blog,me he quedado encantado con los relatos que he llegado a leer, los tres del mes de marzo. Continuaré visitando este oasis.
¡Ah, qué gusto me das con tu visita, Enrique! Y te agradezco que me hayas escrito. Un abrazo.
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