Yo, que casi nunca necesito algo, hoy he
deseado caminar por la playa justo cuando el viento rugía por mi calle.
¿Qué esperaba encontrar en una playa donde la
arena sería ingobernable?
Deseaba, tal vez, recibir
en el rostro, en el cabello, en el cuerpo todo, la fuerza de otro cuerpo
desbaratado en miles de partículas. ¿No es eso, acaso, un cuerpo?
Pero me faltó valor para
correr hasta la playa. Y en pago, me invadió el vacío de mi alrededor vacío:
una habitación silenciada en el orden de las cosas.
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