sábado, 9 de febrero de 2008

Arena ingobernable

Yo, que casi nunca necesito algo, hoy he deseado caminar por la playa justo cuando el viento rugía por mi calle.

¿Qué esperaba encontrar en una playa donde la arena sería ingobernable?

Deseaba, tal vez, recibir en el rostro, en el cabello, en el cuerpo todo, la fuerza de otro cuerpo desbaratado en miles de partículas. ¿No es eso, acaso, un cuerpo?

Pero me faltó valor para correr hasta la playa. Y en pago, me invadió el vacío de mi alrededor vacío: una habitación silenciada en el orden de las cosas.


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